Travesía por los Himalayas


Desde las Annapurnas, Diosas de las Cosechas, hasta Sagarmatha, la Frente del Cielo.-

lunes, 22 de abril de 2013

De Tadapani a Gandruk, y de ahí a Pokhara



No paró de llover. Esta mañana, otra vez sopa, u otra vez lluvia, como quien dice… salimos hacia Gandruk y ante la persistencia de la lluvia que no nos permitía apreciar el paisaje, por cierto hermoso, bosuqes cubiertos de verde, musgos, helechos, pero que podíamos ver solamente de refilón entre las chorreaderas y sin dejar de mirar donde pisábamos ya que ríos de lluvia caían por el sendero cual arroyos o debíamos pisar firme en el fango para no patinar demasiado y caer donde no era debido. Al llegar a Gandruk, viramos la brújula, le dimos un revire, y en lugar de ir hacia el norte, decidimos bajar al sur.
Durante cuatro días, desde que salimos de Jomsom rumbo a Tatopani, andamos bajo la lluvia o la nieve. Seguimos caminando. Toda nuestra ropa está mojada y embarrada. Por eso, hoy, finalmente, cambiamos el rumbo sin poder ver aún las cúpulas del Machupacchare y del mayor de los Annapurnas. Vinimos hacia Pokhara, a las orillas del lago Phewa. Llegamos en un jeep que bajó y subió patinando por los barriales de la ruta. En cámara lenta, pero llegamos. Dicen que no es normal que llueva tanto tan pronto en abril, y que en la base del Annapurna suele haber avalanchas, así que quizás sea providencia nuestra decisión de bajar en lugar de subir ante tales perspectivas y pronósticos imprevistos. De todas maneras, este relax a orillas del lago será breve. Queremos ir a ver el lugar donde nació Siddharta Gautama, Buda, en Lumbini, y luego volveremos a Kathmanbdu para preoarar lo más aventurado de esta travesía hacia la base del Everest, el collado de Cho La y el Lago Gokyio. Pero eso vendrá después, en unos días. Ahora es momento de relajarse, lavar y secar ropa que está toda echa barro. La campera de Martín echa sopa, mis guantes ya hoy no me los pude poner porque escurren agua, pero afortunadamente los pies los hemos logrado mantener secos, a pesar del barro de las botas, por dentro están sequitos. 

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