Travesía por los Himalayas


Desde las Annapurnas, Diosas de las Cosechas, hasta Sagarmatha, la Frente del Cielo.-

lunes, 22 de abril de 2013

De Jomsom a Tatopani





No viajar en autobús en Nepal. Por lo menos en la ruta que va a Jomsom. Todavía no estamos en condiciones de decir si es mejor en avión, hoy, después de la experiencia en bus, suponemos que sí. Si uno arranca en el bus de Jomsom rumbo a Tatopani, posiblemente deba hacer una escala en Ghasa. La ruta no es ni siquiera un camino, es una sucesión de pedregales y pozos, y en muchos tramos, directamente el bus va por el lecho de canto rodado de los ríos. No hay un segundo de quietud, todo el tiempo es a lo saltos. No se  puede uno mantenerse sentado, es imposible no saltar del asiento, caerse al piso, o encima del pasajero de al lado. Los equipajes también se caen, y el polvo lo cubre todo. No se puede respirar. Todo el mundo se tapa nariz y boca, todo queda cubierto de polvo. Hasta Ghasa son tres horas. A partir de Ghasa, la cosa cambia, pero no para mejor sino para peor. Además de los pozos, empieza un precipicio sobre la izquierda. La ruta que no podemos llamar ruta ni camino, se convierte en un sendero en el que apenas entran las ruedas del colectivo, cuya trasera en más de una oportunidad, queda en el aire y avanza derrapando. Encima empezó a llover. Es tan horrible y arriesgado y peligroso, que decidí bajarme y seguir caminando en la primera parada que hiciera este colectivo. Pero no hubo tal parada, así que a apechugar y a llegar a Tatopani colgados del precipicio. Son dos horas así. Inconcebible que pueda habilitarse una carretera así por la que todo el día viajan buses, jeeps, motos. Los vehículos no tienen espacio en el camino. Los precipicios son insondables, y los buses no van derechito sino que se van tambaleando a derecha y a izquierda. Las palabras no alcanzan para describir y advertir dicho espectáculo, así que hicimos un video. Si tuviera que volver a hacer este tramo de ruta por carretera, lo haría caminando, a pie. En ninguno de los países del mundo por los que viajé antes, vi condiciones de ruta tan precarias como en Nepal, y he viajado por todos los países de América Latina, y una gran parte de Oriente Medio. Nunca me tocó viajar por un camino tan malo. Esta ruta no es nueva, hace rato que está habilitada porque ya existe en los libros que leí acera de la ruta de las Annapurnas escritos hace años. No entiendo por qué, el gobierno de Nepal, sea del color que sea, no hace algo. Es humillante para los pobladores que atiborran estos colectivos porque se ve que necesitan viajar y arriesgar su vida todos los días. También estaba muy mal el camino a Besi Sahar y  luego a Syange, pero este día superó todo lo arduo de aquel viaje que hicimos para iniciar la primera caminata.
De milagro llegamos bien a Tatopani, que significa “agua caliente” y tuvo su premio haber soportado el infierno de la ruta. Cerca del hotel que cuesta 200 rupias y donde por lo visto cocinan un menú rico y variado, hay unos piletones con agua termales. Allá fuimos, bajo la lluvia, y bajo la lluvia nos metimos en los piletones, a dejar el polvo acumulado en el viaje y a relajar las tensiones de ir tratando de manotear lo que viniera a la mano para no rodar con los equipajes, dar la cabeza contra el techo todo el tiempo, o salir disparado por una ventanilla. Bienvenidos a Nepal.
Mañana empieza otro camino, pero a pie. Presenta ser un ascenso importante que no creemos poder terminar en un día, ya que son 1800 metros de desnivel hacia arriba y 200 hacia abajo, pero bueno, arrancaremos y veremos hasta donde llegamos.

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