Travesía por los Himalayas


Desde las Annapurnas, Diosas de las Cosechas, hasta Sagarmatha, la Frente del Cielo.-

lunes, 13 de mayo de 2013

De Kathmandu a Lukla, y de Lukla a Monjo













Tomamos el vuelo en Kathmandu, hacia Lukla, el aeropuerto nº 1 del mundo entre los 10 más peligrosos del mundo. El aeropuerto para los vuelos de cabotajes es un quilombo, eso pensamos aquí, en Kathmandu, antes de conocer lo de Lukla donde funciona aceitadamente una mafia de vuelos. Ya verán. La avioneta de Tara air sube y sube a todo vapor, a más no poder de sus motores. Son 16 pasajeros, una azafata que no entra parada en la avioneta, y dos pilotos. El vuelo dura media hora. Sube y sube, de frente un cerro nevado, parece que nos vamos a estrellar contra él, es inevitable, ya estamos ahí, el pobre avioncito no puede más, no da para más. Los pilotos tiran de unas manijas como si quisieran propulsarlo con la fuerza de sus puños para que suba todavía un poco más y no se estrelle contra esa cumbre cubierta de nieve. Al final, pasa raspando y de golpe empieza a bajar, y a bajar y aterriza en una pista de pocos metros. Parece que no podrá frenar y que nos estrellaremos con la pared final del aeropuerto de Lukla, pero la pista esta en declive, el avioncito apoya las ruedas en una subida y la fuerza de la gravedad ayuda a que el avioncito desista de seguir subiendo y estrellarse con la pared del fondo, por suerte los frenos andan bien y se detiene a tiempo. Llegamos a Lukla. Empieza la caminata hacia las alturas del Everest, a sus pies, majestad, nada más que hasta allí, nos sacaremos el sombrero para saludarlo desde nuestra ínfima pequeñez.
Luklaestá a 2800 metros de altura.
Nos calzamos las mochilas y encaramos rumbo a Phakding. Empezamos la caminata a las 10.30 de la mañana, a las 12 llegamos a Phakding, parada sugerida para este día. Pero es muy temprano y tenemos suficientes fuerzas y energías, más ansiedad acumulada, así que comemos una porción de tarta de manzanas que cuesta más de lo esperado, 300 rupias, y un té, menta, mango, y gengibre. Seguimos caminando. Es un camino fácil, con pocas subidas, algunas escaleras de piedras, y unos cuantos, demasiados para mí, puentes que cruzan ríos a alturas temerarias, puentes colgantes, larguísimos, de más de 300 metros, a más de 100 metros de altura del río Dudh Koshi, adornados de banderas de oración. Todo el sendero transcurre por bosques hermosos. Pasamos gompas, pinturas mani antiquísimas sobre las piedras, y rodillos de oración que invitan con avisos al peregrino a ser girados para purificar sus almas. Giramos los rodillos cada vez, y seguimos nuestros pasos, nuestro peregrinas. Hacia arriba, poco a poco pero paso a paso, tranquilamente, respirando el aroma de los pinos, descubriendo las flores de los rododendros en las colinas, entre las piedras, como luces en la niebla.  Pasamos una gompa también muy antigua, 500 años de antigüedad.
Llegamos a Monjo tras pasar varios pueblitos: Chheplung, Ghat, Chhutawa, Phakding, Tok Tok, Bengkar. Estamos en un albergue sencillo que cuesta 100 rupias, 1 dólar y monedas; los platos del menú resultan ser un poco más caros que en nuestro circuito de los Annapurnas. Pensamos que Sagarmatha es un destino quizás más sofisticado, aquí está el emblemático y desirable Everest, aquí sólo se puede llegar volando, por aire, o de a pie. Los albergues ya no incluyen en ningún caso la ducha caliente, cuesta 350 rupias, así que no nos bañaremos, al menos iremos estirando el chivo hasta que sea soportable. No hay electricidad, sólo por generador, y las cargas de baterías también se cobran, entre 150 y hasta 350 rupias la hora. 
En nuestro recorrido demoramos desde Lukla hasta Monjo con el descanso y la tarta de manzanas 5 horas y media. 

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